Cuando nos proponemos un cambio de mentalidad que permite el verdadero cambio en nuestro peso a largo plazo, aprendemos algo muy importante, y es que nuestra relación con la comida es igual a nuestra relación ante la vida.
Darnos cuenta de esto nos permite deshacernos de creencias limitantes y condicionamientos sobre nuestra autoestima, nuestra valía y también sobre las relaciones. Ahí nos damos cuenta que toda esta atención hacia nuestro peso no tiene nada que ver con la comida y todo que ver con cómo vivimos nuestra vida.
El trabajo que debemos hacer no es cambiar lo que hacemos, sino observarnos con atención, curiosidad y cariño, para darnos cuenta de las creencias erróneas y limitaciones que son el origen de nuestro comer compulsivo.
Es precisamente esa autoobservación sana, sin juicio, la que permite ese cambio de mentalidad que cambia nuestra relación con la comida, y nos va a permitir olvidarnos del sobrepeso.
Esta toma de consciencia nos hará también ver nuestra vida con perspectiva, confianza, una dirección clara y un propósito de vida.
Y todo esto no es fácil, requiere tiempo, sentiremos en ocasiones que no podemos, pero cuando transcendemos el dolor que supone este cambio de mentalidad, salimos reforzados y sentimos poder y capacidad para afrontar nuevos retos.
Al final del proceso, nuestra relación con la comida nunca volverá a ser la que era.
Todo lleva su tiempo y todo llega cuando tiene que llegar.
